lunes, 18 de agosto de 2008

Creación colectiva y manierismo

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Este texto está redactado exclusivamente para la cátedra de la materia Historia del Arte III del cuarto de la Licenciatura en Bellas Artes de la Universidad Nacional de Rosario. Es la mejor forma que encontré para concluir mi coloquio sobre el Manierismo aunque en primer instancia sea muy antimanierista y aunque no concuerdo del todo con todo lo escrito.
No quiero hacer mención de todo el material teórico producido por mi, hoy en la mañana del 23 de noviembre de 2005 (día del coloquio) descartado a causa de la llegada pasmódica de la carta que en las páginas siguientes me limitaré a transcribir con total lealtad. De esta manera mi participación en mi coloquio será solo contar digestivamente y con algunas imágenes mi pasaje por el hospital público de salud mental popular como “el Borda” en una experiencia artística y amistosa que resultó en mí totalmente renovadora o más bien incisiva.
Así ahora solo me queda redactar inmediatamente algunos hechos precedentes de los que yo tengo conciencia pero que no logran apurar las razones de la llegada de este manuscrito. Trataré de hacerlo en una crónica para no confundir a los lectores aunque mi memoria creo que fue siempre una mentira en la que puedo confiar muy poco.
De antemano cabe aclarar el respeto que siento por esta persona que me encomendó su texto. Quizás su intención, además de ayudarme, fue tratar de hacer sobrevivir su pensamiento o solo exportarlo fuera de su prisión.
No es pertinente aclarar donde nos conocimos ni que la forma de narrar esto está intimando directamente con la nueva forma de acercarse al Manierismo propuesta por este sujeto; pero sí que se presentó adjuntando a su nombre, supongo que al verme realizando una actividad plástica, su experiencia artística y docente en la Universidad de La Plata. Lo invité a participar de la pintada que estaba haciendo pero objetó que su edad no se lo permitía ya.
Inició espontáneamente una charla, que mantuvo un tiempo escondida, en relación a la fuerza de la imagen y de su hipótesis de que en el futuro o que ya en la actualidad la dominación de los hombres por los hombres se hará o se está haciendo precisamente a través de ésta. Intuía como urgente eliminar lo que se podría denominar como “analfabetismo plástico” o “displástica” que sería propiedad aproximadamente del noventa por ciento de la población mundial. La conversación se disipó sin prejuicio de sí cuando el hambre del medio día nos llamaba por caminos separados.
En la tarde cuando me sentía menos atareado me acerqué a su banco. Según me contaban era trono suyo hace más de veinte años. La vista del parque desde allí es casi irreal supongo que por la altura de la montañita sobre la que se apoyan las patas o por el sonido nostálgico del televisor de la cantina de atrás. Me contaba allí que vivió varios años en Rosario pero que cuando una vez regresó había muchos amigos “desaparecidos por una cosa o por otra”. De otra manera, dijo lo mismo de su ciudad (La Plata) y que esta era una de las razones por las que prefería volver nunca.
Consulté con él mi necesidad de vincular la experiencia artística que estaba llevando a cabo en el hospital con mi trabajo sobre el Manierismo.
En la conversación de la mañana había prometido acercarle “Las venas abiertas de América Latina” de Eduardo Galeano autografiado por León Gieco a cambio de su desinteresado regalo de “Diferentes, desiguales y desconectados” de Néstor García Canclinni”.
Pensando en que tendría un poco de tiempo libre por el viaje en tren había llevado para leer fotocopiado el capitulo “El Manierismo” del libro “La Historia Social de la Literatura y el Arte” de Arnold Hausser y “La Interpretación de las Culturas” por Clifford Geertz. Pensé que podría dejárselos a él también y esa tarde los acepto con vehemencia.
Los dos días siguientes no tuve noticias de él. El último día que estaba yo en Buenos Aires me dijeron que él quería verme pero que no tendría ese día posibilidades de hacerlo. Dejé a un amigo suyo un papel con mis datos personales y pedí que se lo entregue.
No me queda más que decir. Las suposiciones del lector alcanzan ya el valor de las mías. Con respecto a los datos, imágenes o descripción de éstas que puedan identificarlo se que son un hueco significativamente muy fuerte para la comprensión que lamento dejar pero es que no tengo y dudo del consentimiento de este sujeto al respecto.
Su escrito comienza así:

Dudo si esto pueda ser la introducción de un trabajo teórico sobre el Manierismo pero pretendo analizar la posibilidad de hacer una lectura sobre el Manierismo como movimiento artístico capaz de generar un planteo que se vuelva contra alguna de sus partes de lo que significo dentro del período temporal en el que estamos acostumbrado a contenerlo. Pretendo extender su Historia pensándolo como pensamiento inyector de la búsqueda de “lo nuevo vanguardista” o simplemente buscar qué es lo propiamente suyo que se desplaza por toda la Modernidad.
El Manierismo se caracteriza por haber sido el más desesperado movimiento que punzó en la sangre subjetiva del artista la necesidad de buscar una alternativa justamente en el nivel más alto de carencias de éstas. Un tiempo que obligó al artista a doblarse hacia sí, a navegar en su subjetivismo y servirse de su genialidad para volver a la realidad con sus mares y fusionarse con la salvia artística para hacer una sombra al tiempo.
Pero la obra Manierista conlleva un paso más: ese cuadro que revela al genio intelecto, subjetivo, sublime y refinado como propuesta alternativa ante la realidad, también invita implícitamente a otro artista a pintar su subjetividad.
De hecho por ahora no hay forma física para sostener esta tesitura pero en las primeras páginas podríamos pensarla como verdadera para poder continuar formulando la idea.
En última instancia podría decirse que es el contexto general y no solo el cuadro y los procesos de transformación que vivía el arte de los fines renacentistas el que obligaba al artista a refugiarse en su subjetividad pero “El jardín de las delicias” de Hieronymus Van Aeken Bosch es el cuadro que invita, ya a todo espectador, a mecerse en sus más llanos instintos.
Por otro lado hay artistas que son muy refinados y me pregunto si es porque muchos subjetivismos así lo son así como también son intelectuales.
No creo que el motor del Manierismo sea la realidad adversa exterior. Lo más manierista hoy son las jeringas de tortura, estas sirven para imaginar una salida ante un simulado, nuevo y siempre inesperado dolor difícil.
El motor está adentro, que le pongas desde afuera es otra cosa.
Es el alma para algunos o el instinto para otros lo que se revela a pleno porque necesita mostrarse. Su imagen es lo que le permitirá ir modelando el mundo físico para poder liberar allí la actividad de su cuerpo. Mostrar para adquirir la legitimación social.
No puedo imaginar un lugar donde una subjetividad se sienta cómoda sin que otras lo hagan con ella.
Por eso invita.
Por eso en los cuadros manieristas convive mucha gente.
No hay subjetividad que se soporte así misma en la soledad ni hay soledad que no sea subjetiva. Es la soledad en que deja la realidad la energía del motor manierista pero es la sangre la que no deja el cuero suelto cuando debe explotar.
Para concluir estas ideas una pregunta: ¿el carnaval no puede ser pensado como una forma de resistencia pasiva y activa ante una realidad que representa en carne viva el cambio que se espera de esta última como una forma de impulsarlo?.
El panel central del cuadro antes citado representa un carnaval, por lo tanto lo creación colectiva de un cambio para la realidad. La creación colectiva es manierista aunque el subjetivismo intelectualista sea individual o aunque el arte que nos llega de aquel entonces haya sido de consumo aristocrático.
En última instancia también puede pensarse a la obra colectiva como la acumulación de reacciones individuales y subjetivas ante un duro exterior similar o no para cada uno los creadores.
Lo último y cómo no utópico de esto es interpretar a la acción colectiva como la búsqueda de un urgente futuro colectivo. Otra forma de hacer política no ya desde el individualismo.
Por eso hasta aquí llega lo quiero dar yo, el resto queda en manos y cabeza de otras personas.

PD: se que este planteo hace un enfoque que ubica atemporalmente a lo que subjetivamente considero lo primordial del Manierismo, pero en absoluto pretende olvidarse del acercamiento sociológico propuesto por Arnold Hausser.
En otros términos deseo proponer una continuidad o supervivencia de una parte del Manierismo que tiene una génesis que es comprendida inequívocamente a través del análisis de las condiciones generales históricas, esto es, sociales, políticas y económicas, que condicionaron desde fuera del arte un cambio de estilo produciendo una necesidad interna en el pensamiento artístico.
En la línea de tiempo las condiciones históricas no pueden repetirse ni tampoco los subjetivismos pero sí la necesidad de un grito ante la realidad.

Bueno Guillermo, imaginarás tu quién es el que te manda esto. Espero yo no solo haberte imaginado. Te necesito, te interpelo a participar en la solución de este problema teórico o faltante de conocimientos que dio origen a una simple ocurrencia para pensar.
No se si tu llegada hizo que al fin pueda ver mi cara hasta el punto de agotar mi historia en una imagen. Hazla tuya porque es tuya como yo hice mío tu coloquio y tu imaginación.

Principes y mendigos





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